domingo, 12 de febrero de 2012

That crazy people.



 Anna Black.

Salimos de mi casa y nos subimos en el auto deportivo de Sophia, un modelo que no conocía y no me molesté en preguntarle. Nos fuimos corriendo a la Universidad, a una velocidad mucho más alta de lo normal, seguramente Sophia no querría llegar tarde. Cuando entramos al abarrotado estacionamiento de la Universidad, desaceleró y se deslizó hasta un lugar que encontró cerca de la entrada.  Faltaban 6 minutos.
— Vaya, faltan 5 minutos. — Dijo Sophia mirando su reloj — Un poco más y no llegábamos.
— Si — dije yo bromeando — suerte que puedes conducir para salvarnos la vida si quieres.
 Bueno — dijo ella disculpándose con una sonrisa — Ya sabes, hoy es muy importante que asistamos
— ¿Ah, sí? — dije saliendo del auto a la vez que ella salía también
— Sí, si alguien no asistía hoy, bueno…tendrá que probar suerte en el 2013 ­— dijo mientas caminábamos hacia un pasillo con árboles a los lados.
— Eres mi salvación, Sophia — dije y puse mi mano sobre su hombro. — Te debo una.
— No es nada
— Oye, — dije soltándola — ¿Tú no tienes frío?
— No — dijo sonriente.
— Bueno, es que creo que iré por un café…
— ¿Te acompaño? — me pregunto con una cara de preocupación
— No, ­ — dije negando y haciendo que girara — Tu adelántate, y entra a tu clase, ¿Sí?
— Pero… — dijo ella
— Anda — dije yo alargando la palabra — ya nos veremos luego, ¿Sí?
— Bueno, hasta el rato
— ¡Te veo después! — dije agitando el brazo, hasta que se fue y me gire para buscar un café.
No tuve que caminar mucho para ver un, ¿Starbucks? Bueno…abrí la puerta de vidrio, y me encontré en el interior del típico Starbucks, ustedes saben: sillones, sillas, mesas, alfombras, etc. Lo raro es que estaba desierto. A excepción de un tipo que estaba en la caja. Que ni siquiera me dejo acercarme, ya que dijo
— Esto, aún no se puede comprar café señorita
— ¿Y eso?
— Bueno, aún no han dado las tarjetas de este semestre.
— ¿Tarjetas? Solo quiero un café…
  Bueno, — dijo el chico rascándose la cabeza — hace frío, y…venga.
Me acerqué tal y como dijo y me hizo una mirada significativa. El chico tendría unos 20 años, tenía el cabello rubio lacio peinado hacia atrás.
— Si preguntan, compró el café afuera, ¿Está bien?
  Está bien — dije sonriendo y entonces él, miro para todos lados, antes de servirme un café  cappuccino. Bendito sea.
— Muchas gracias…ehm — dije intentando ver el pequeño letrero que debería tener el nombre del chico
— Tom — dijo el
— Yo soy Anna — dije y el escribió eso con un plumón en el vaso.
— Bueno Anna, aquí tienes  — dijo el sonriendo y entregándomelo
— Gracias Tom, ¿Cuánto es?
— La casa invita
— No, no puedo…
— En serio
— Gracias Tom, tengo que irme a clase — dije guiñándole el ojo y me giré para abrir la puerta — ¡Nos vemos!
Ahora, eran  las 9:03, genial. Simplemente genial. No correría. Decidí tomar mi café  en lo que caminaba considerablemente rápido.
Llegue al auditorio “Gandhi” con 10 minutos de retraso, pero nada había comenzado aún.
— Bah, — dije mientras me sentaba en la última fila, pero inmediatamente un señor vino a decirme que me pusiera en la última hilera ocupada. Lo taladré con la mirada, tomé mis cosas, y me fui más abajo. Tuve suerte de que me tocara la orilla. Me senté al lado de una chica con lentes que dibujaba estrellas en su cuaderno y se veía un poco despeinada. Decidí no hablarle, y esperar.
Pasaron 10 minutos más… ¿Es que ya no respetaban el tiempo de uno aquí? Terminé mi café y miré de soslayo a la chica, sin querer hablarle aún. Cuando por fin, el señor viejo, que resultó ser el rector, dijo unas breves palabras, demasiado breves, ¿Qué está senil?
Después, una señora con cara de sapo y lentes, se puso donde estaba el director antes y, dijo algo de unas bolsas debajo. Esta Universidad está demasiado loca. Estos ricos están locos, primero los padres de Sophia, ¿Y ahora esto?, ¿En dónde me metió mi papá?
En fin, tomé la bolsa que tenía un número nueve pegado. La bienvenida se dio por concluida, ¡Aleluya! Media hora perdida de mi tiempo. Y ahora debía buscar a los demás fulanos y fulanas que tuvieran el número 9. Bien, empezaría con la primera fila, en el asiento 9.
Tomé mis cosas, y bajé los escalones diciendo “Number 9” al estilo de la canción Revolution Number 9 de los Beatles. Llegué a la primera fila, y comencé a caminar contando los asientos mentalmente, mientras seguía repitiendo Number 9.
Al llegar al número 9, encontré a una chica sentada, escribiendo algo. Miré su cabello y vi que tenía chinos rubios, ¡Pero si era la chica del parque!
— Ajá — dije y ella volteó extrañada — Sabía que escribirías.
­— ¿Anna? — Dijo ensanchando su sonrisa — Hola, ¿Pero qué haces aquí?
— Vengo a estudiar, creo. — Dije mirando alrededor — Aunque parece que soy la única.
— Bueno habrá que darles su tiempo — dijo ella entre sonriendo y negando con la cabeza. Y después dejó de hacer eso y me miró abriendo emocionada sus ojos grandes. — ¿Qué numero tienes? —   Ésta chica me cae bien. Es… tierna, supongo.Tomé mi bolsa y se la puse enfrente.
— ¡Yo también! — dijo sonriéndome al verla.
— Y, se puede saber, ¿Por qué te quedaste aquí sentada Katherine?
— Bueno ahora mismo, todos ellos — dijo señalando a todos los demás chicos que estaban detrás de nosotras — están gritando, empujándose y no dejándose pasar; intentando buscar a los de su número. Preferí esperar a que terminen para después integrarme
— Interesante — dije mirando a la chica de lentes discutiendo con una chica de cabello castaño con, ¿sandalias?
Después de unos minutos, los grupos se hicieron más marcados y los demás dejaron de gritar, así es que fuimos en busca de las compañeras. Me fije que estaban formando grupos de 4 y 5 personas, no tenía idea para qué hacían todo esto. Me seguía sintiendo cada vez más un conejillo de indias.
Por más que buscamos no encontramos a nadie que no tuviera grupo. Hasta que se me ocurrió que quizá se fueron al “aula designada”. Así que le sugerí a Katherine que fuéramos a ver la hoja. Pero ella se quedó atrás diciendo que me esperaría.
Quité a un par de tipos de entre la multitud que se arremolinaba alrededor de la hoja, me escabullí. Busqué el número 9, y para mi alivio  había una letra cursiva que decía: “Nos fuimos al salón” al lado del salón que nos tocaba. El B009.
Salí de entre la multitud, y encontré a Katherine que me esperaba.
— Ya están en el salón.
— Oh, entonces vamos — dijo ella — ¿Cuál es?
— El…B009
— Creo que el edificio B es el de enfrente — dijo ella mirando como perdida hacia el edificio
— ¿Conoces? — le pregunté
— Bueno, vine un par de veces antes de entrar — dijo ella — necesitaba ver unos libros de la Biblioteca y… ¡Sí, es el de enfrente! ¡Mira! — dijo señalando a un vitral, que estaba en medio del antiguo edificio, que formaba la letra b.
—Un vitral…— dije ladeando la cabeza para verlo mientras cruzábamos una gran plaza para ir del auditorio al edificio B — Que original.
Llegamos al salón, que estaba en la planta baja, de ahí el “00” explico Katherine. Recargada en la puerta, estaba la chica de sandalias y de espaldas, estaba… ¿Sophia?
— ¡Sophie! — dije y ella volteó — ¡Tanto tiempo sin verte!
— ¿Se conocen? — dijo la chica de las sandalias, que viendo bien; vi que tenía luces en su pelo castaño, y después se giro y miró a Katherine — ¿La conoces? — y antes de que nos diera tiempo de contestar agregó: — ¡Yo soy Michelle Firth, mucho gusto!
— Igualmente, yo soy Katherine Hale — dijo Katherine y extendió su mano, pero Michelle, tomo la mano para jalarla y abrazarla. — Y bueno, — agregó cuando se hubieron soltado — Yo la conocí  hoy. — dijo mirándome. — Ella es Anna Parker.
— Sí, en el parque. — Dije — Vaya, aprendiste mi apellido. — Y después me gire a ver a Michelle — ¡Hola Michelle! — Y ella, sin esperar a que le diera la mano, me abrazo.
— Sophia McGee, mucho gusto — dijo nuestra amiga de traje presentándose con Katherine y ambas se estrecharon las manos.
— Katherine Hale — dijo ella y yo intente mantener su apellido en mi memoria.
“Hale, Hale, Hale, creo que lo tengo.”
— Yo que creí que me tocaría con algún chico en el equipo. — Dije y todas me voltearon a ver — No se ofendan, pero la mayoría del tiempo me he llevado más con los hombres que con las mujeres.
 — Bueno, — dijo Katherine sonriendo — a mi me sorprende mucho. Pensé que sería la única chica en el equipo. Es cierto que en la Ingeniería cada día somos más mujeres, pero… ¿Las 4 del equipo? Vaya, es genial.
— ¿In…que? — dijo Michelle
— No, yo voy para Diseño de Modas.
  Pero…— dijo mirándonos a cada una Sophia — ¿Qué rayos? — Y después se detuvo en mi— Tú estás en Relaciones Publicas, ¿No Anna?
— Negocios Internacionales…— dije igual de sorprendida que todas.
— Y supongo que tú… — dijo Michelle hablándole a Sophia
— Sí, Relaciones Públicas 
— Somos conejillos — concluí molesta y crucé los brazos. — ¡Nuestras carreras no tienen nada que ver!



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Bueno, me porté bien y.....¡A publicar!
Amm, si. Me tardé, pero aquí está.
Espero que les guste...
¡Bueno, ya nos conocimos todas!
¿Qué opinan de su carrera?

Ammm, no estoy inspirada. XD, ,vale off.

Por cierto, amo la mente de Anna, jajaja !

jueves, 2 de febrero de 2012

At the Beggining. Katherine Hale


Mr. Darcy por fin llegaría a casa de las Bennett, para decirle todo lo que sentía a Elizabeth. Unas páginas más antes de acabarlo de nuevo, me sonreí a mí misma. Cuando oí golpes en la puerta.
— ¡Deja de soñar!  — Gritó mi prima afuera del baño — Esto es un baño, no una sala de lectura.
Abrí la puerta y salí.
— Si no estuvieras dormida…— dije pasando a su lado, y yendo a mi habitación, en la cual estaba ella hospedada
— Tu eres la única loca en levantarse tan temprano para leer en el primer día de universidad…­ — dijo antes de cerrar la puerta.
Alcé los hombros y tome mi gorro y mi viejo y fiel mp3. Era hora de ir a correr. Fui por una botella de agua a la cocina y salí.
Adoraba ir al Central Park aunque tuviera que viajar un par de estaciones en metro. Correr era relajante, y además había decidido tener una buena condición; y lo estaba logrando.
Al llegar, comencé a calentar, escuchando a Muse a todo lo que da, cuando una chica pelirroja con unos enormes ojos azules se me acercó. Después de tropezarme,  caerme, y levantarme la invité a correr. Corrimos un rato, pero alegó que Muse le taladraba los oídos y además tenía que irse.
Terminé de correr, y regresé a mi casa encontrándola vacía. Me sentí en libertad. Deje mis llaves en una repisa y me hice un café. Ese libro no podía tomarme mucho tiempo.
En fin, terminé. Me bañe lo más rápido que pude, me vestí con unos jeans, una playera y una sudadera, agarré mis chinos en una cola de caballo y me fui. Mi madre, mis primos que están de inquilinos y yo, vivimos arriba de un café que aún no estaba abierto. Llegué rápidamente al metro, me puse mis audífonos, y me subí a un vagón lleno de gente.
Pase un par de estaciones para comprar los mejores roles de canela en mi opinión, y 6 más para llegar cerca de la Universidad. Terminé mi desayuno improvisado, y comprobé con alegría que faltaban 25 minutos para las 9:00. Me quité el mp3.
Encontré un mapa y me dirigí al auditorio Gandhi, que es donde nos habían citado. Esta era una Universidad enorme, con Starbucks, fuentes, restaurantes y varios gimnasios dentro, ¿Para qué necesitaban todo eso? Chicos ricos…
Por fin llegué al lugar, donde vi a un grupo de chicos trajeados que conversaban en voz baja.
Cuando faltaban alrededor de 15 minutos, abrieron el lugar, que en realidad me pareció enorme, ¿Tantos alumnos de ingeniería había? Bien. Ocupé un lugar en la primera fila y esperé. El auditorio fue llenándose, de chicos y chicas. Y mi paciencia comenzó a flaquear, así que tome un bolígrafo y comencé a presionarlo constantemente hasta que una chica me volteó a ver y dejé de hacerlo. Cuando estaba a punto de sacar el mp3 para quitarme el estrés, entraron 4 personas que parecían ser profesores o tener algún puesto en la universidad.
Pensé que harían algo, pero no. Sólo se sentaron en la mesa que estaba en el escenario dispuesta para ellos y esperaron. Dieron las nueve, las nueve y quince y no pasaba absolutamente nada. Y de pronto, como si todo estuviera arreglado, a las nueve y veinte, se miraron entre sí, y asintieron.
El señor cano, que parecía director, le dijo a una mujer joven de lentes y el cabello corto, y parecía ser nueva algo, y entonces, ella sacó una radio y dijo que cerraran la puerta.  El mismo señor cano, se levantó y se puso delante del micrófono.  Estaba aclarando su garganta cuando la puerta se abrió estrepitosamente.
Todas las cabezas se giraron para ver a una chica con un largo abrigo negro y sandalias entrar agitada. Él se limitó a sonreír y esperó a que la chica tomara asiento.
— Bienvenidos sean a ésta, su Universidad. Mi nombre es Aberforth Radock y soy el rector de la Universidad, espero que cada uno de ustedes lea detenidamente las normas que tenemos, y las respete; así como haga uso de sus derechos. — Se detuvo un momento y miró hacia cada uno. — Este será un inicio de cursos diferente,  como les explicarán. No me queda más que desearles buena suerte.
Después de el “gran” discurso de nuestro querido rector, una mujer corpulenta, el cabello rizado y corto, y algunas arrugas alrededor de los ojos, se puso donde antes estuvo el director. Tenía unos lentes colgados con cuentas, y en cuanto llegó al micrófono sonrió y se los puso.  
— Bien — dijo abriendo los ojos y haciéndose hacia adelante, como si quisiera ver a cada uno. — Haremos una dinámica. — Un murmullo de voces bajas comenzó y ella dejó de hablar, esperando a que los alumnos se callaran, cuando se hizo silencio continuó.  — Cada uno de ustedes tiene una bolsa debajo de su asiento, si fueran tan amables de tomarla…
Me agaché y tomé la bolsa, y no era una bolsa de plástico como esperaba, si no bolsas negras con diseños, las cuales compras en 1 mall a 35 dólares.
—…afuera de cada bolsa hay un número pegado, ustedes tienen que reunirse con todos los que tengan su mismo número, y después irse al aula que les tengan asignada. Encontraran la lista de aulas al lado de la puerta. Eso es todo.
“Vaya con los ricos”


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Bueno chicas. 2 X 1!!
Las dos integrantes que faltaban
¿Qué les parece?
XD, ideas sugerencias y preguntas abajito porfavor, se les quiere!! MUCHO!!!
Alguna idea de que tratara?





At the Beggining. Michelle Firth

Michelle Firth

Demian estaba a punto de besarme, así me acerqué a él lentamente. Podía ver sus pupilas cuando se oyó una voz femenina que sonaba en algún lugar.
— ¡Señorita! , ¡Señorita Firth!
Todo a nuestro alrededor comenzaba a desaparecer, y entonces me di cuenta de lo que sucedía.
— ¡Demian, no! — dije aferrándome a él con todas mis fuerzas, pero todo lo que veía desapareció convirtiéndose en esa luz rojiza que ves cuando tienes los ojos cerrados.
— Señorita… — abrí los ojos, y vi a la azafata, sonriéndome desde el pasillo
— ¡No! ¡Era un sueño tan bueno!… ¿Porqué me despierta? ¡Demian!.... — comencé a decir  mientras miraba alrededor, y en eso, vi la ventana. El sol había salido. — ¿Pero qué hora es?
— Las 8:30 señorita, aterrizaremos en 10 minutos.
— ¡Yo debía estar en tierra hace dos horas! — Dije alterada
Al aterrizar, fui corriendo al baño. Al verme al espejo, tenía el aspecto de quien llevaba horas durmiendo en un avión. Mi cabello castaño, al que le había puesto luces, estaba aplastado de un lado y levantado del otro. Rápidamente saqué mi cepillo de la bolsa y me cepille el cabello con fuerza.
Justo cuando estaba logrando un lacio perfecto, mi bolso comenzó a vibrar al ritmo de Billy Jean.
  ¿Má? — respondí extrañada a mi madre que gritaba
— ¡Hija! ¿Pero dónde estás? ¡Dice el chofer que mandé, que no has aparecido,  y lleva dos horas esperando!
— Mamá, si el chofer que mandaste supiera leer, sabría que el vuelo se retraso y acabo de aterrizar
— Bueno hija, perdona lo que pasa es que te necesitaba avisar que…
— No te preocupes mamá — dije acomodándome el fleco en el espejo
— ¡Es que confundí la hora Michelle, tienes que estar en la universidad a las 9:00, no a la 1:00!
— ¿Qué?
— Y si faltas, tendrás que esperar un año, ¡Quedarás fuera!, ¡Debes correr hija!
— ¡Sí má! — dije y colgué el teléfono, tomé mi bolso y lancé una carrera, con todo y  sandalias, hacia la banda de maletas; donde, por suerte, se encontraba mi maleta. La tomé y la cargué hasta donde un señor gordo con pelo negro y bigote sostenía un cartel con mi nombre.
— ¡Vamos Chipes! — le dije al ver su nombre en el gafete — ¡Corra!
Y ambos corrimos hacia un auto negro el cual había estacionado muy cerca de la entrada, gracias al cielo, porque tenía licencia para eso. Manejó como un loco por Nueva York, mientras yo me maquillaba.
Finalmente, a las 9:05 me dejó en la puerta de la universidad, con mi maleta de mano, diciendo que llevaría mi maleta con ropa a casa. Instrucciones de mi madre.
Sólo hasta el momento en que arrancó se me ocurrió la idea de que iba a necesitar un abrigo. Ya sabía yo que aplazar mi llegada a Nueva York por quedarme un día más en Hawái con mamá y Steve, no era buena idea. Y no era mejor idea confiar en mi mamá cuando leyó el correo. Debía de revisarlo yo también. Y definitivamente, no fue buena idea subir al avión con unos shorts, unas sandalias y mi blusa de los Beatles. Hacía un frío horrible.
Me quede en la puerta, no sé cuánto tiempo y comencé a titiritar. Tonto frío, tonto invierno, tonto Nueva York.
Molesta, aventé mi bolso de mano contra el piso.
— ¡Auch! — dijo la voz de un chico
“Maldición”
— Lo siento —  dije mirando al piso
  Creo que se te cayó —  dijo el chico, y me puso mi bolso enfrente — Oye, ¿No tienes frío?
Cuando dijo esto,  levanté mi rostro y enrojecí. Un chico con el cabello lacio color arena, y ojos azules ultramar me miraba divertido.
— Mmm, no.
— Yo creo que sí, estás temblando
— Bueno, uno puede temblar por muchas causas
— Nombra una
— Amm — Me quedé sin respuesta y el sonrió triunfante
— Soy Michael Conner — dijo el tendiéndome su mano.