Katherine Hale.
Bruce me enseñaba a limpiar el sonido, a armonizar, y a usar
cada uno de los controles. Hicimos un ejemplo con varias canciones, y Sophie
escuchaba atentamente, a un lado de mi.
Bruce sugirió que sería mejor que nos pusiéramos una a cada
lado de él , ya que, así podríamos ver mejor. Observé que ambos se miraban de
reojo, y no pude sino contener una sonrisa. Bruce hacía ese tic de llevarse la
mano a la frente, y revolverse un poco el cabello que le caía por delante, cada
vez que estaba nervioso. Y, nunca había visto a Sophie tan contenta.
El tiempo se pasó rápidamente, y cuando la alarma de bruce
sonó indicando que teníamos que irnos, la tristeza llegó a ambos rostros. Algo
tenía que hacer, así que hablé:
— Soph, ¿Quieres comer en mi casa?
Puedes venir también tú, Bruce. Mamá dice que la casa se siente muy vacía desde
que volvió tía Betty y ustedes se fueron a casa.
Sophie vaciló un instante antes de
responder y bruce me observaba con una sonrisa en su rostro.
— Bueno, pero tendré que apagar el
celular — decidió después de unos momentos, y le pasé el brazo sobre los
hombros.
— Bueno, probarás mi famosa sopa de
cebolla. — canturree
— Es buenísima — dijo Bruce con una
sonrisa, y comenzó a platicar con Sophie, mientras yo me dirigía a la puerta,
para salir por una vez de allí.
Sophie y yo fuimos en los asientos de adelante, y Bruce se
sentó atrás. Pusimos el iPod de Sophie a todo lo que daba, y movíamos la cabeza
al ritmo mientras sonaban los Ramones.
Cuando llegamos a mi calle, me bajé para abrir, cuando me
encontré con la sorpresa de que había alguien familiar en la banqueta. El chico
del café que se moría por Anna estaba parado, observándonos.
— ¿Me están siguiendo? — preguntó
divertido al verme.
— Vivo aquí — saqué mis llaves y las
hice tintinear, y vi como movía la
cabeza hacia un lado para inspeccionar en el coche, si no estaba Anna dentro,
supongo.
— ¿Tu que haces aquí? — pregunté extrañada.
— Vine a solicitar empleo — señaló el
cartel que decía se busca en la cafetería que acababa de abrir abajo.
— Pero, ¿no te va bien en la
universidad? — pregunté
— ¿Te corrieron por acosar alumnas? —
preguntó Sophie, que llegó a mi lado, y una sonrisa juguetona se le dibujó en
el rostro.
— Renuncié — contestó el chico rubio — Tengo la beca que
cubre mis gastos universitarios, y me dejaban trabajar en las mañanas allí
algunas horas para sacar un poco de dinero extra, pero debo cambiar mi horario,
además, no es suficiente con lo que me pagan, así que…—
— ¿Qué estudias Tom? — Sophie continuó con su interrogatorio, y me
sorprendió que supiera su nombre, claro que esa chica siempre me sorprendía era
una base de datos andante, y mucho más.
— Derecho, comienzo mi cuarto semestre — respondió él.
— Espero que tengas suerte. — repuso
Sophie — Bueno, nosotras nos vamos.
— Sí, adiós. — Repuso el chico mientras
agitaba su mano. Nos despedimos y abrí la puerta, para que entraramos en el
pasillo. Bruce la cerró un poco molesto.
— ¿Quién es? — preguntó al aire y yo me mordí para no reírme.
— Es un chico de la universidad que
está loco por Anna — le contó Sophie mientras subíamos los escalones, y estoy
segura de que, si hubiera volteado, hubiera visto como el rostro de Bruce se
destensaba lentamente.
— ¿Anna? — preguntó casualmente, con un
tono de voz muy diferente, que Sophie pareció no notar.
— La bajista pelirroja — respondí y
arrojé mis llaves a la mesa. — Pónganse cómodos, no acepto ayuda. Bruce, no la
dejes ir a la cocina. — Me volví hacia mi primo y le guiñé el ojo.
Entré a la cocina, y pude oír algo de
su conversación mientras abría el refrigerador.
— ¿Y porqué el interrogatorio? — la voz
de bruce se oía con claridad.
— Bueno, no puedo dejar que cualquiera
se meta con mis niñas, es decir, soy la manager, y la hermana mayor
juramentada, y es mi Annie.
Reí al oírla, me parecía algo especial
la amistad que habíamos formado, y me gustaba oír decir que “éramos sus niñas”.
Comencé a cortar la cebolla y me pregunté que pensaría Anna si oyera a Sophie.
Quizás le contestaría de mala gana, pero con una sonrisa.
Y deseé que estuviera allí, incluso
Michelle, con quien me la pasaba peleando. Pero quizás era mejor así. Y en la
noche o el lunes, podíamos sacarle todo entre las tres, y que esos dos tuvieran
tiempo para coquetearse.
Mi mamá llegó una hora después, y
saludo contenta a Bruce y a Sophie. Se recogió el cabello que ahora tenía
pintado de negro. Antes yo me lo pintaba también, pero le dije que ya no
quería, me costó convencerla, pero accedió al final.
Se
puso un mandil, me dio un beso en la mejilla y se puso a preparar una ensalada
mientras yo marinaba unos bisteces.
— ¿Sopa de cebolla, eh? — preguntó y me
encogí de hombros.
— Es la favorita de Bruce.
— ¿Y cómo les fue?, ¿Sophie es de tu
banda?
— Bien, mamá. Ya tenemos el sencillo, y
sí, es la baterista, ¿recuerdas que te conté de ella?
— Sí, ¿No pudieron venir las demás?
— Pues, no. Tenían compromisos.
— Es una lástima, ¿No quieres ir con
tus amigos? Yo termino aquí.
— Sí, gracias má. — respondí. La verdad
es que esperaba que no me dijera que me fuera con ellos, no quería arruinarle
el momento a Bruce y Sophie, pero menos quería decirle a mi mamá que estaba de
cupido, así que salí de la cocina, encontrándolos riéndose de una foto antigua
mía donde estaba toda manchada de salsa de tomate.
— ¡Oigan! — grité mientras me abalanzaba sobre ellos,
que rieron más fuerte.