Michelle Firth
Demian estaba a punto de besarme, así me acerqué a él
lentamente. Podía ver sus pupilas cuando se oyó una voz femenina que sonaba en
algún lugar.
— ¡Señorita! , ¡Señorita Firth!
Todo a nuestro alrededor comenzaba a desaparecer, y
entonces me di cuenta de lo que sucedía.
— ¡Demian, no! — dije aferrándome a él con todas mis
fuerzas, pero todo lo que veía desapareció convirtiéndose en esa luz rojiza que
ves cuando tienes los ojos cerrados.
— Señorita… — abrí los ojos, y vi a la azafata,
sonriéndome desde el pasillo
— ¡No! ¡Era un sueño tan bueno!… ¿Porqué me despierta?
¡Demian!.... — comencé a decir mientras
miraba alrededor, y en eso, vi la ventana. El sol había salido. — ¿Pero qué
hora es?
— Las 8:30 señorita, aterrizaremos en 10 minutos.
— ¡Yo debía estar en tierra hace dos horas! — Dije
alterada
Al aterrizar, fui corriendo al baño. Al verme al
espejo, tenía el aspecto de quien llevaba horas durmiendo en un avión. Mi cabello
castaño, al que le había puesto luces, estaba aplastado de un lado y levantado
del otro. Rápidamente saqué mi cepillo de la bolsa y me cepille el cabello con
fuerza.
Justo cuando estaba logrando un lacio perfecto, mi
bolso comenzó a vibrar al ritmo de Billy Jean.
— ¿Má? —
respondí extrañada a mi madre que gritaba
— ¡Hija! ¿Pero dónde estás? ¡Dice el chofer que mandé,
que no has aparecido, y lleva dos horas
esperando!
— Mamá, si el chofer que mandaste supiera leer, sabría
que el vuelo se retraso y acabo de aterrizar
— Bueno hija, perdona lo que pasa es que te necesitaba
avisar que…
— No te preocupes mamá — dije acomodándome el fleco en
el espejo
— ¡Es que confundí la hora Michelle, tienes que estar
en la universidad a las 9:00, no a la 1:00!
— ¿Qué?
— Y si faltas, tendrás que esperar un año, ¡Quedarás
fuera!, ¡Debes correr hija!
— ¡Sí má! — dije y colgué el teléfono, tomé mi bolso y
lancé una carrera, con todo y sandalias,
hacia la banda de maletas; donde, por suerte, se encontraba mi maleta. La tomé
y la cargué hasta donde un señor gordo con pelo negro y bigote sostenía un
cartel con mi nombre.
— ¡Vamos Chipes! — le dije al ver su nombre en el
gafete — ¡Corra!
Y ambos corrimos hacia un auto negro el cual había
estacionado muy cerca de la entrada, gracias al cielo, porque tenía licencia
para eso. Manejó como un loco por Nueva York, mientras yo me maquillaba.
Finalmente, a las 9:05 me dejó en la puerta de la
universidad, con mi maleta de mano, diciendo que llevaría mi maleta con ropa a
casa. Instrucciones de mi madre.
Sólo hasta el momento en que arrancó se me ocurrió la
idea de que iba a necesitar un abrigo. Ya sabía yo que aplazar mi llegada a
Nueva York por quedarme un día más en Hawái con mamá y Steve, no era buena
idea. Y no era mejor idea confiar en mi mamá cuando leyó el correo. Debía de
revisarlo yo también. Y definitivamente, no fue buena idea subir al avión con
unos shorts, unas sandalias y mi blusa de los Beatles. Hacía un frío horrible.
Me quede en la puerta, no sé cuánto tiempo y comencé a
titiritar. Tonto frío, tonto invierno, tonto Nueva York.
Molesta, aventé mi bolso de mano contra el piso.
— ¡Auch! — dijo la voz de un chico
“Maldición”
— Lo siento —
dije mirando al piso
— Creo que se
te cayó — dijo el chico, y me puso mi
bolso enfrente — Oye, ¿No tienes frío?
Cuando dijo esto,
levanté mi rostro y enrojecí. Un chico con el cabello lacio color arena,
y ojos azules ultramar me miraba divertido.
— Mmm, no.
— Yo creo que sí, estás temblando
— Bueno, uno puede temblar por muchas causas
— Nombra una
— Amm — Me quedé sin respuesta y el sonrió triunfante
— Soy Michael Conner — dijo el tendiéndome su mano.
Woooooooooowww!!! genial!!!
ResponderEliminarme voy a leer el otro :D
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh no lo puedo creer sali en una nove nuevaaaaaaaaaaaa me encanta valeeeeeeeeeeeeeeeeeeee............ el michael conner es mi chico?? jajjaaj me encantooooooooooo lo ameeeeeeeeeeeeeeeeeeee hahahhahah que justo ambas tenemos la remera de beatls jajajaj
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